Lucha por propiedad en Cartagena; A lo largo de más de una década, Víctor Polo Bustamante, un pensionado cartagenero de 77 años y exprofesional de la industria farmacéutica –cuyos 39 años de trabajo le permitieron comprar el apartamento de sus sueños en el barrio de Manga– ha protagonizado una verdadera epopeya legal y humana. Su historia es la de un hombre que, con el fruto de su esfuerzo, vio cómo el destino le jugó una mala pasada cuando la Fiscalía 38 de Extinción de Dominio aplicó la extinción de dominio a su propiedad, apenas meses después de haberla adquirido. Hoy, tras 11 años y 8 meses de lucha infructuosa en los tribunales, Víctor se encuentra al borde de quedarse sin techo, mientras el apartamento al parecer fue vendido a un tercero y su esposa, de 72 años, padece múltiples enfermedades agravadas por la incertidumbre y el desasosiego de vivir en un limbo legal.
El inicio de un sueño
En el año 2010, tras decidir dejar Bogotá para establecerse en Cartagena y disfrutar de su merecida pensión, Víctor vendió su antigua vivienda en Bogotá y un apartaestudio para invertir en el apartamento ubicado en Manga. La negociación se cerró entre 2012 y 2013. Confiado en la legalidad de la transacción, realizó las adecuaciones necesarias en el inmueble, sin imaginar que se avecinaba un oscuro proceso judicial.
El ataque inesperado: la extinción de dominio
En julio de 2013, funcionarios de la Fiscalía 38 de Extinción de Dominio se presentaron en su nueva propiedad con el fin de aplicar una medida que, en palabras de Víctor, “apareció de la nada”. Había solicitado y obtenido un certificado de tradición y libertad del 5 de diciembre de 2012, el cual no mostraba ninguna restricción, y aun así se vio sumido en una pesadilla legal. A partir de ese momento, inició un largo proceso judicial en el que se enredaron no solo ese apartamento, sino también otros inmuebles vinculados a una persona que, presuntamente, habría adquirido activos con recursos de procedencia ilícita. Sin embargo, el vendedor que le transfirió la propiedad a Víctor no presenta antecedentes judiciales y está dispuesto a testificar a su favor.
La lucha constante y la inseguridad diaria
Durante estos años, Víctor ha contratado abogados, presentado oposiciones y agotado múltiples recursos legales para defender su derecho de propiedad. Con profunda amargura, comenta:
“Cada día es una batalla. Compré este apartamento con el fruto de 39 años de trabajo en la industria farmacéutica, y ahora me veo obligado a lidiar con procedimientos que, a todas luces, son una afrenta a mi dignidad. No se trata solo de un inmueble, es mi hogar, y mi esposa sufre en carne propia las consecuencias de esta incertidumbre”.
Desde diciembre de 2013 hasta junio de 2023, pagó arriendo regularmente a la SAE, incluso cuando el contrato de arrendamiento no fue renovado de manera formal. En una visita a las oficinas de la SAE en Barranquilla, llegó a un acuerdo verbal para pagar lo adeudado y suscribir un nuevo contrato; sin embargo, poco después le informaron que el caso había sido trasladado al área jurídica y que el contrato sería terminado, sin darle más detalles.
Víctor señala que dejó de pagar no por falta de voluntad, sino porque la SAE ya no podía facturar el arriendo al no existir un contrato vigente. Aun así, manifiesta que estuvo siempre dispuesto a regularizar su situación, como lo hizo saber en al menos dos correos enviados a la entidad.
A pesar de sus esfuerzos por cumplir y formalizar su estadía, la SAE no avanzó en la legalización de su ocupación. El inmueble, en medio del limbo, al parecer fue eventualmente vendido, aunque Víctor no ha podido comprobar que la venta haya sido realizada directamente por la SAE.
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Una situación humanitaria
Hoy, Víctor vive bajo la constante amenaza de un desalojo, a pesar de haber interpuesto una acción de tutela para proteger sus derechos fundamentales, la cual fue rechazada. Esta prolongada lucha no solo ha afectado su estabilidad económica, sino que ha deteriorado notablemente la salud de su esposa, quien padece varias enfermedades que se han agravado por el estrés y la incertidumbre.
Con la esperanza de encontrar una salida justa, Víctor hace un llamado a las autoridades nacionales:
“Pido que se verifique mi caso. No es justo que, después de todo este tiempo y por una situación que comenzó hace más de 12 años, esté a punto de perderlo todo. Mi apartamento es fruto de mi esfuerzo y representa el último remanso de paz en mi jubilación.”
El clamor de un hombre por un derecho
La historia de Víctor Polo Bustamante refleja una lucha constante por la justicia y el respeto a los derechos fundamentales. En un contexto donde los procedimientos institucionales, en lugar de proteger, terminan vulnerando la propiedad y la dignidad de ciudadanos honestos, su testimonio se convierte en un llamado urgente a revisar los mecanismos legales y administrativos que rigen la extinción de dominio. La inversión de una vida entera, hecha con esfuerzo y honestidad, no puede desaparecer entre tecnicismos y decisiones burocráticas sin rostro ni compasión.
Mire la entrevista aquí:
Víctor Polo Bustamante: más de 10 años batallando por un derecho inquebrantable
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