En la evaluación médica del melasma, los profesionales recurren a la exploración física de la piel, empleando técnicas avanzadas como la luz de Wood para diferenciar la hiperpigmentación en la epidermis de otras afecciones cutáneas. Esta condición, caracterizada por manchas en el rostro, presenta un desafío para la identificación precisa debido a sus diversas causas y manifestaciones.
El melasma, es una forma de hiperpigmentación cutánea, no se limita solo a cambios hormonales, aunque estos juegan un papel crucial en su desarrollo. Factores intrínsecos, como la predisposición genética, procesos inflamatorios, factores hormonales y el envejecimiento, contribuyen a su aparición. Asimismo, factores extrínsecos, como la exposición solar, la medicación fotosensibilizante y la exposición a agentes químicos, desempeñan un papel importante en la etiología del melasma.
Predisposición genética
La predisposición genética puede establecer la base para la aparición de manchas hiperpigmentadas, mientras que los procesos inflamatorios y el envejecimiento pueden agravar la condición. Los cambios hormonales, especialmente durante el embarazo o el uso de tratamientos anticonceptivos, son factores intrínsecos que contribuyen significativamente a la aparición del melasma en mujeres.
En cuanto a los factores extrínsecos, la radiación solar emerge como un desencadenante principal, acentuando la necesidad de protección solar elevada y de amplio espectro como medida preventiva. Además, la exposición a medicamentos fotosensibilizantes y agentes químicos puede exacerbar el melasma, subrayando la importancia de un enfoque integral en la prevención.
Lea también: Cuidados para enfrentar los impactos del cambio climático y la contaminación en la piel
A pesar de que el melasma no desaparece completamente, su visibilidad puede atenuarse con una menor exposición solar. Sin embargo, la necesidad de una protección solar constante es fundamental, ya que las manchas persisten y vuelven a aparecer con la exposición al sol. Para abordar esta condición, los tratamientos dermatológicos, desde cremas despigmentantes hasta procedimientos láser, ofrecen opciones para prevenir y tratar eficazmente el melasma.
Sin embargo, se ha establecido que algunos tratamientos estéticos, lejos de ser una solución para esta condición, pueden actuar como desencadenantes del melasma. Esto subraya la importancia de comprender que no todos los procedimientos destinados a limpiar o rejuvenecer la piel son necesariamente beneficiosos en todos los casos.
Este hallazgo resalta la necesidad de una evaluación cuidadosa de los tratamientos estéticos, considerando la susceptibilidad individual al melasma y tomando medidas preventivas para evitar exacerbaciones no deseadas de esta condición
Asimismo, la comprensión de los factores intrínsecos y extrínsecos que contribuyen al melasma proporciona una base sólida para estrategias preventivas y terapéuticas.