A medida que la Tierra se calienta y el sol no da tregua, se ha alcanzado un nuevo récord de temperatura en varias ciudades de Estados Unidos. En Phoenix, se pronostica que la temperatura podría llegar a los escalofriantes 47° C este fin de semana. Además, un estudio reciente publicado en la revista Nature Medicin reveló que el año pasado, en Europa, alrededor de 61.000 personas mayores de 80 años fallecieron debido a los intensos calores.
El 4 de julio de este año, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos reportó un hito alarmante: se registró la temperatura más alta jamás registrada en la historia, alcanzando los 17,18° C. Incluso en lugares como Medellín, Colombia, donde el fenómeno de El Niño ha generado meses de altas temperaturas, se han llegado a registrar hasta 31° C.
Si bien la preocupación se ha centrado en proteger la salud física de las personas y prevenir riesgos como los golpes de calor, es importante destacar el impacto que estas altas temperaturas tienen en el estado emocional de las personas. Estudios anteriores han demostrado que el calor extremo puede aumentar los niveles de agresividad, irritabilidad y malestar psicológico.
La combinación de las consecuencias físicas y emocionales de los días extremadamente calurosos hace que sea crucial tomar medidas para protegerse del calor. Es fundamental mantenerse hidratado, buscar lugares frescos o con aire acondicionado, vestir ropa ligera y protegerse del sol. Además, es esencial brindar apoyo y cuidado a los grupos de mayor riesgo, como los ancianos, los niños pequeños y las personas con condiciones de salud preexistentes.
A medida que el cambio climático continúa intensificándose, es importante tomar conciencia de los efectos no solo en nuestra salud física, sino también en nuestra salud mental y emocional. La adopción de medidas para mitigar el calentamiento global y adaptarse a las condiciones climáticas extremas se vuelve cada vez más urgente para proteger nuestro bienestar en todos los aspectos.