En los últimos días, han surgido críticas hacia la ejecución de la Secretaría de la Juventud de Medellín, dirigida por el secretario Ricardo Jaramillo. Las cifras presentadas por la Secretaría al parecer han sido consideradas insuficientes para abordar las necesidades de la población joven de la ciudad, la cual asciende a aproximadamente 650,000 personas. Según los informes, el impacto de las iniciativas de la Secretaría apenas alcanza a un porcentaje mínimo de este grupo.

Uno de los principales señalamientos es el uso excesivo de la contratación directa en la Secretaría, una práctica que ha sido objeto de críticas en administraciones anteriores. En lo que va de 2024, la Secretaría de Juventud ha celebrado ocho contratos por un valor total de 16,000 millones de pesos, todos a través de contratación directa. Sin embargo, los informes de ejecución de estos contratos revelan un panorama preocupante.

Uno de los contratos, celebrado con la Universidad EAFIT, ha sido calificado como un fracaso. Los mismos informes de la universidad reconocen que el interés de los jóvenes en las iniciativas de la Secretaría es mínimo, lo que ha llevado a que la Alcaldía y la universidad tengan que esforzarse por convencer a los jóvenes para que participen. A pesar de los recursos invertidos, el impacto es bajo y no se perciben resultados significativos.

De igual manera, otro contrato firmado con la Universidad de Antioquia muestra un panorama similar. Según los informes de ejecución, las jornadas de capacitación organizadas por la universidad apenas han contado con la asistencia de entre 20 y 40 jóvenes, mientras que hay 77 contratistas involucrados en la ejecución del proyecto. Este desequilibrio entre los recursos asignados y los beneficiarios finales ha sido señalado como un fracaso total.

Las críticas apuntan a que los problemas de la Secretaría de la Juventud van más allá de la actual administración, siendo parte de un problema estructural. Sin embargo, la falta de resultados visibles y el mal uso de los recursos públicos generan preocupación en un contexto donde las políticas para los jóvenes de Medellín deberían ser una prioridad.

Esta situación plantea la necesidad de una revisión profunda en las estrategias de la Secretaría de Juventud para garantizar que los recursos lleguen a quienes realmente los necesitan y que se generen cambios significativos en la vida de los jóvenes de la ciudad.