El pasado domingo 12 de enero, un grupo de artistas, líderes sociales y organizaciones comunitarias se reunieron en Medellín para pintar un mural en el viaducto de la Terminal del Norte. Este acto simbólico buscaba rendir homenaje a las buscadoras de La Escombrera, un lugar emblemático en la Comuna 13 que ha sido testigo de una de las fosas comunes más grandes de América Latina. El mural, titulado «Las cuchas tienen razón», fue concebido como un reconocimiento a la lucha de las mujeres que, durante años, han buscado justicia y verdad para las víctimas de desaparición forzada en la ciudad.

La Memoria Pintada y Borrada

La obra fue realizada en el marco de una jornada comunitaria que incluyó una olla popular, música y mensajes de resistencia pacífica. En el mural se plasmó el rostro de Margarita Restrepo, vocera del colectivo Mujeres Caminando por la Verdad, quien lleva más de dos décadas buscando a su hija, desaparecida en el contexto de la violencia en la Comuna 13. El mensaje central de la obra hacía referencia a la valentía y persistencia de estas mujeres, quienes han impulsado el trabajo de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) y de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), logrando encontrar recientemente restos humanos en La Escombrera.

Sin embargo, apenas 24 horas después, el mural fue cubierto con pintura gris por empleados de la Alcaldía de Medellín, desatando una ola de indignación entre colectivos artísticos, líderes sociales y familiares de víctimas. El alcalde Federico Gutiérrez justificó la acción a través de sus redes sociales, afirmando que «el espacio público es de todos y debe mantenerse limpio y bonito». Su postura generó críticas de diversos sectores que consideran este acto como un intento de silenciar la memoria histórica.

Reacciones y Denuncias

El presidente Gustavo Petro se pronunció en contra de la acción, calificándola como un atentado contra la libertad de expresión y la memoria histórica. Por su parte, el doctor en Ciencias Humanas y Sociales, Max Yury Gil, señaló que borrar el mural constituye una «revictimización y una violación al derecho humano a la memoria».

La controversia también reavivó debates recientes en Medellín sobre el tratamiento de los murales urbanos. La semana pasada, otro mural emblemático con la frase «Nos están matando», dedicado a denunciar el asesinato de líderes sociales, fue borrado en dos ocasiones. Colectivos grafiteros restauraron la obra, mientras que el concejal del Centro Democrático, Andrés «El Gury» Rodríguez, lideró su eliminación argumentando que promovía «apología a la Primera Línea».

Memoria vs. Censura

La tensión entre el arte urbano como herramienta de denuncia y la supuesta necesidad de mantener el orden estético en la ciudad refleja un conflicto más profundo sobre el papel de la memoria histórica en Medellín. Organizaciones como Fuerza y Graffiti defendieron las acciones de los colectivos artísticos, señalando que estas intervenciones no responden a intereses partidistas, sino a la necesidad de visibilizar el sufrimiento de las víctimas y generar conciencia social.

En un comunicado, el colectivo afirmó: «La memoria no se borra. No permitiremos que el gris del olvido silencie las voces de quienes han luchado por la verdad y la justicia».

Una Ciudad Dividida por el Arte Urbano

En Medellín, los murales se han convertido en un campo de batalla simbólico entre colectivos artísticos y sectores políticos. Mientras algunos defienden el arte urbano como un medio legítimo para expresar la resistencia y recordar a las víctimas, otros, como el concejal Rodríguez, ven estas intervenciones como desordenadas y políticamente cargadas.

La eliminación del mural «Las cuchas tienen razón» no solo ha intensificado este debate, sino que ha puesto de manifiesto la necesidad de políticas públicas claras que reconozcan y protejan el arte urbano como parte fundamental del tejido cultural de la ciudad.

Un Llamado a la Reflexión

Los actos de resistencia, como el mural en honor a las buscadoras de La Escombrera, representan mucho más que una expresión artística: son una lucha por mantener viva la memoria de las víctimas en un país donde la violencia y el olvido han sido recurrentes. Tal como señalaron los organizadores de la jornada: «Solo el pueblo salva al pueblo. La historia no debe ser olvidada, y mucho menos silenciada».