Un reciente estudio de la Universidad de los Andes, liderado por Jorge Tovar y David Pérez, muestra que el sector bancario colombiano goza de sanos niveles de competencia, con una concentración moderada y un poder de mercado reducido y decreciente. Tanto así que, bajo las principales mediciones de competencia, el desempeño del sector supera los resultados de la mayoría de los pares regionales e, incluso, de algunos países desarrollados. Aunque el punto de llegada no es la competencia perfecta, pues un escenario así iría en contravía de la estabilidad financiera, es un propósito en sí continuar trabajando para incrementar y profundizar la competencia en el sector.
De acuerdo con la más reciente columna de opinión de Jonathan Malagón, presidente de Asobancaria, en esa tarea cobra especial importancia la portabilidad financiera, que se introdujo formalmente en el actual Plan Nacional de Desarrollo. La lógica de esta herramienta se asemeja a la de la portabilidad numérica móvil, pues permitirá al usuario tener la libertad de elegir para trasladar el producto que tiene con una entidad financiera a otra sin cambiar el número del producto. De esta manera, se busca que los usuarios puedan mejorar las condiciones de sus productos financieros en términos de plazos, tasas de interés u otros pagos asociados, sin comprometer la experiencia del cliente. Al final, se generará un entorno más competitivo en el sector, pues habrá menos fricciones para el traslado de productos y las entidades financieras, con la finalidad de retener a sus usuarios o atraer a otros, ofrecerán mejores condiciones en sus productos.
El líder gremial expresó: “El éxito de esta herramienta dependerá, desde luego, de su correcta implementación. En ese sentido, primero, deberá garantizarse un trabajo articulado entre los sectores público y privado para asegurar que su reglamentación cumpla con los objetivos propuestos y que haya tiempos prudentes para realizar los cambios tecnológicos necesarios. Segundo, deberá definirse claramente a qué productos financieros aplicará la portabilidad. Este no es un tema menor, pues la portabilidad no es viable para todos los productos financieros. Un ejemplo son los CDT, que por su naturaleza financiera están destinados a ser cumplidos en un periodo determinado y adelantar su plazo mediante portabilidad podría tener importantes perjuicios en el fondeo de los bancos. Tercero, deberá diseñarse una estrategia clara de difusión de la información a todos los segmentos de la población. La portabilidad es un derecho, por lo tanto, nadie ha de ser excluido”.
Añadió que “las campañas de educación preparadas por entidades financieras y por entidades del orden nacional son fundamentales para que los usuarios conozcan cómo funciona y cómo acceder a la portabilidad financiera, la cual tiene un gran potencial para tener éxito en Colombia, como ha sucedido en países como Brasil, México y Chile. Podrá beneficiar, de hecho, a 92% de la población adulta que ya cuenta con al menos un producto financiero, o atraer a más personas, y permitirá profundizar el acceso a crédito formal, que hoy solo llega a 36% de la población”.