Para el pensador italiano Gramsci la dominación política se configura mediante la lucha por el sentido común. En las pasadas elecciones, tanto a presidencia como a alcaldías y gobernación se nos impuso en nuestra región un cóctel narrativo que viene siendo destilado desde tiempo atrás, exacerbado con la presidencia de Álvaro Uribe, luego con el No al Plebiscito por la Paz, con el presidente Duque y finalmente con las candidaturas de Federico Gutiérrez, Andrés Julián Rendón y Jorge Rivas:
- La premisa fundamental de que para que a la sociedad le vaya bien, primero tienen que prosperar los grandes grupos económicos apalancados fuertemente por un Estado «laissez faire, laissez passer» neoliberal y por una burocracia servilista y obsecuente.
- El retorno demagógico al Estado de Derecho clásico punitivo expresado en la autoridad fuerte e intransigente frente a la protesta y al malestar social producto de las desigualdades que dicho modelo genera.
- El falso monopolio estatal de las armas, la fuerza y la violencia en contra de la insurgencia narcotraficante, con la complicidad de parapolíticos y grupos armados irregulares contrarios a las guerrillas.
- El miedo escatológico al modelo venezolano y a su inmensa tragedia (producto de las sanciones económicas estadounidenses principalmente) a las expropiaciones a la gran empresa privada -generadora de de todo lo bueno: empleo, progreso y bienestar y a veces de todo lo malo: conspiraciones, desestabilización económica, intromisión política y caos cuando les conviene-
- La apocalíptica profetización -hábilmente tejida sobre nuestro proverbial trasfondo cultural de fervor religioso- de que con tal o cual candidato nos dirigimos inexorablemente hacia el abismo castro-chavista del “socialismo-comunismo fracasado de la historia” -desconociendo ignorantemente el milagro chino- cual fin de los tiempos fukuyamista, donde la democracia liberal de mercado se convierte en el mítico nuevo Olimpo que ha de reinar por los miles de millones de años ad-infinitum in aeternum.
Pero esta pugna por el sentido común se establece en la práctica mediante las alianzas concretas de los grupos políticos, económicos y los medios de comunicación afines. Es así como en las pasadas elecciones vimos la habilidad que tuvo la campaña del actual Gobernador de Antioquia, el Alcalde de Medellín y el Alcalde de Rionegro para reunir a su alrededor una variopinta coalición de fuerzas de distinto cuño: Centro Democrático, liberales, conservadores, la U, Aico, grupo ARGOS, grupo Corbeta, Grupo GEA Antioqueño, para nombrar algunos.
Contando además con la diligente bocina ideológica de ‘El Colombiano’, cuyo papel de ‘oposición de oficio’ a los por esta equívocamente equiparados, Gobierno de Petro, Alcaldía de Daniel Quintero y Gobierno extranjero de Maduro, se posiciona como una importante generadora de opinión, percepción y reflexión sobre la masa antioqueña, -concentrada en las principales urbes- ciudadanos de a pie que hacen suya consciente o inconscientemente -la mayor de las veces- la línea editorial -cuyo trazo no es recto, más bien es curvo-tergiversado…- de este tradicional periódico.
Fue así como nos impusieron la gavilla del “Todos contra Petro” en la batalla contra la reencarnación del mal, que ellos ‘los buenos’ debían resolver providencialmente con el voto castigo -de un gobierno que han bloqueado y torpedeado desde sus primeros días- el regionalismo hirsuto -ellos los verdaderos antioqueños- y el pánico movilizador de las mayorías pasivas frente al “diluvio” y a la “gran catástrofe”.
Graduaron falazmente al candidato a la gobernación de Antioquia Luis Pérez y a la Alcaldía de Rionegro Fernando Valencia “Tola” de petristas e izquierdistas -insultando la verdad de los hechos- Además de la aceitada mermelada local de la Alcaldía de Rionegro, presunta repartija para el disfrute de paladares de mal gusto -uribistas que ya completarán 12 años al frente de la “capital” del Oriente Antioqueño- como ya es costumbre de nuestra manoseada democracia clientelar y gamonalista que pone la institucionalidad al servicio de los bandos -idos y por venir- de los intereses particulares privados y sus representantes, donde se revictimiza a los más indefensos con la venta de las conciencias y la compra de los sufragios.
Ahora bien, vemos que ante la fracasada presidencia de Duque -que hubo de soportar la protesta más prolongada y aguda de nuestra historia reciente- y el desgaste del uribismo, este se está replegando y atrincherando en Antioquia como el nuevo feudo de oposición al Gobierno Nacional, aunque ya la narrativa de la -vergonzante y populista- estrategia electoral va registrando síntomas de agotamiento:
El Gobierno de Petro no a expropiado empresa alguna, ni se propone hacerlo y además está apostando por la diversificación productiva fortaleciendo el agro, la industria y el turismo, diferente al modelo venezolano que le apostó sobre todo al petróleo -haciendo más vulnerable su economía a la injerencia foránea-
Y muy a pesar de la recesión económica mundial producto de los rezagos del Covid sobre la cadena de suministros global, la desaceleración por el conflicto en Ucrania y la guerra comercial de Occidente contra China, con la progresiva reconfiguración de la globalización y a la onerosa deuda y el descarado déficit fiscal dejado por el Gobierno anterior, la economía colombiana actual está teniendo crecimientos modestos pero significativos y de optimista reactivación, además de lograr mantener la inflación a raya y contener el repunte del desempleo, mientras promueve reformas sociales que benefician a los sectores más empobrecidos de la sociedad: Aumentando el salario mínimo, con 1 millón 600 mil personas que salieron de la pobreza monetaria y 1 millón 120 mil de la pobreza extrema y una reducción histórica del 30,9 % en los casos de muertes de niños y niñas menores de cinco años por desnutrición, entre 2022 y 2024, y otros logros que difícilmente son publicitados en primera página por los medio masivos.
La Vaca 4G ha obtenido una pírrica respuesta de los antioqueños con apenas 5.507 millones recaudados frente a la meta de 1 billón, menos del 1%… Gana más el Gobernador articulándose con el Presidente y llegando a acuerdos que “peliando” y buscando camorra: Como lo demostró el reciente acuerdo con el Ministerio de Transporte para la cesión del contrato 958 de 2021 con Construcciones El Cóndor S.A.S de 4,2 kilómetro al Departamento de Antioquia para destrabar El Toyo que celebró profusamente ‘El Colombiano’ como un éxito y como forma de ir cogiéndole la “comba al palo”.
Agarrarle la “comba al palo” significa para la inmensa mayoría del pueblo, la búsqueda de consensos y de la unidad nacional. De encontrar la manera -a pesar de las diferencias- de acordar sobre lo fundamental: Desarrollo económico y oportunidades con derechos para todos, con protección del medio ambiente y cuidado del agua -que hoy empieza a escasear en muchos lugares del mundo por la contaminación y el cambio climático-
Por eso desde esta columna de opinión celebro la alianza entre el Alcalde de Medellín Federico Gutiérrez y Gustavo Bolívar director del ‘Departamento Administrativo para la Prosperidad Social’ para la articulación de programas contra el hambre y para sacar adelante la construcción de dos Puntos de Abastecimiento Solidario -PAS-, infraestructura que impulsaría la seguridad alimentaria y programas sociales para pequeños emprendedores, jóvenes y campesinos locales en la capital de nuestro departamento.
Por: Mauricio Vargas
Las expresiones de esta columna corresponden a las ideas de su autor y no comprometen de ninguna manera a Nación Paisa.