Fabio Ochoa Vásquez, exintegrante del extinto cartel de Medellín, regresó a Colombia este 23 de diciembre de 2024 tras cumplir una condena de 30 años en Estados Unidos. Ochoa, extraditado en 2001 por cargos de narcotráfico, arribó al país luego de ser liberado por las autoridades norteamericanas.

El exnarcotraficante, de 66 años, había sido condenado en 2003 por su participación en operaciones de tráfico de cocaína hacia Estados Unidos. Según investigaciones, desempeñó un papel clave en la estructura del cartel liderado por Pablo Escobar. Su captura y posterior extradición marcaron un hito en la cooperación entre Colombia y Estados Unidos contra el narcotráfico.

La llegada de Ochoa se dio bajo estrictas medidas de seguridad en el Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá. Autoridades colombianas confirmaron que su retorno no implica cuentas pendientes con la justicia local, ya que los procesos en su contra prescribieron durante su detención en el extranjero. Sin embargo, su presencia ha generado polémica y reacciones divididas entre expertos y ciudadanos.

El regreso de Fabio Ochoa revive recuerdos de una época oscura para Colombia, cuando el cartel de Medellín aterrorizaba al país con violencia y corrupción. Aunque Ochoa se desligó públicamente del narcotráfico tras su extradición, su figura sigue siendo símbolo de uno de los capítulos más críticos en la historia del país.

Organizaciones sociales y políticas han expresado preocupación por el impacto de su retorno en la percepción pública y en la lucha contra el crimen organizado. Algunos expertos advierten que su presencia podría motivar debates sobre las políticas de extradición y el sistema judicial colombiano.

Este hecho marca el cierre de un ciclo judicial que comenzó hace más de dos décadas. Ahora, la atención se centra en el impacto de su regreso en una Colombia que busca dejar atrás el legado de los grandes carteles del narcotráfico.
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