La planta de Coca-Cola, autorizada por la Corporación Autónoma Regional (CAR), estaría extrayendo diariamente 279.000 litros de agua, lo que equivale a 3,23 litros por segundo, provenientes de siete nacimientos diferentes. Esta cantidad suma más de 100 millones de litros al año. La concesión otorgada permitiría a la empresa operar con costos significativamente bajos en comparación con los ingresos generados.
En 2016, se reveló que Coca-Cola pagó solo 617.500 pesos colombianos por la extracción de 56,6 millones de litros de agua. Para 2022, el costo ascendió a apenas 4,7 millones de pesos colombianos. Estas cifras contrastan de manera dramática con las ganancias anuales de la compañía, evidenciando una disparidad notable entre el costo del recurso hídrico y su valor económico.
A pesar de que Coca-Cola ha reportado acciones de compensación ambiental, como la siembra de árboles, el monto pagado por el agua sigue siendo mínimo en comparación con lo que un hogar promedio pagaría por un consumo equivalente, estimado en alrededor de 25 millones de pesos mensuales. Este desbalance plantea serias preguntas sobre la sostenibilidad y la equidad en el uso de los recursos naturales.
Esta situación no es exclusiva de Coca-Cola; otras empresas, como Postobón, también se benefician de concesiones similares, extrayendo grandes volúmenes de agua en regiones donde las comunidades enfrentan problemas de abastecimiento hídrico. Este fenómeno subraya la necesidad de una revisión crítica de las políticas de concesión de agua y su impacto en las comunidades locales.
Este artículo busca no solo informar sobre estos hechos, sino también fomentar un debate sobre las prácticas actuales de extracción de agua y cómo estas afectan a las comunidades y al medio ambiente a largo plazo.
Editorial Nación Paisa
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