Por: Juan Espinal
El peor problema de un gobierno es no reconocer el error o la crisis; lo que está atravesando Colombia en materia energética es una situación crítica que combina improvisación e ideología de extrema izquierda, generando una «explosión controlada» por el presidente Petro. Esta situación está llevando al país hacia la pobreza energética y genera el riesgo de enfrentar en los próximos meses un posible apagón, que sería fatal para la vida cotidiana, la competitividad, la productividad, la economía y el medio ambiente.
El sistema energético colombiano ha logrado resistir más de 30 años sin apagones, gracias a su diseño institucional (CREG) y su carácter mixto, que garantiza la prestación de energía y gas, fundamentales para 52 millones de colombianos, así como para la industria, el comercio y el transporte.
No se puede jugar a ser el Capitán Planeta, presidente Petro; Colombia necesita fortalecer su matriz energética con decisiones técnicas y responsables. Esta semana, el Ministro de Minas y Energía emitió una Resolución (40444) que decretaba un racionamiento de gas natural del 31 de octubre al 4 de noviembre. Aunque fue revocada, el problema de fondo persiste.
Para evitar el racionamiento, algunas térmicas e industrias recurrirán a combustibles más contaminantes como el diésel y el GLP, aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero. Es lamentable que, en plena COP16, el país aumente sus emisiones debido a decisiones gubernamentales que no impulsan la exploración y producción de gas natural. Aunque no habrá racionamiento, se pagará el costo ambiental de estos cinco días.
La falta de impulso en exploración y producción de gas natural crea un incentivo perverso para que las industrias vuelvan a combustibles más contaminantes y para que los colombianos recurran a la quema de leña.
El gas natural es un energético limpio y esencial para la vida en el país. Llevar a Colombia a depender energéticamente de otro país es encaminarnos a la pobreza energética. Basta con ver el caso de Ecuador, que actualmente enfrenta apagones debido a la suspensión de suministro por parte de Colombia. ¡No nos sobra gas, nos falta!
La situación es crítica: se proyecta un déficit de gas natural para diciembre, y en 2025 y 2026 el déficit podría llegar al 12% y 30%, respectivamente. Las reservas han caído de 2.817 GPC en 2022 a 2.373 GPC en 2023, lo que representa una reducción del 17.75%. Esto lleva a un aumento en el costo de las facturas, y para 37 millones de colombianos el suministro estaría en riesgo. La situación en la Costa Caribe es de incertidumbre, y la intervención de Air-e se ha convertido en un caos, agravado por el debilitamiento de la CREG.
Es evidente que las termoeléctricas e hidroeléctricas son fundamentales para la generación de energía en Colombia, y hasta el momento han evitado un apagón. Además, el carbón sigue siendo indispensable para que funcionen las plantas térmicas. Proteger la seguridad energética de las decisiones del presidente Petro es esencial para evitar que el país caiga en un decrecimiento económico que lo conduzca a la pobreza energética.