Alcaldesa y alcaldes municipales; representantes de organismos internacionales; representantes de las entidades gremiales, nacionales, empresariales y financieras; directivos y funcionarios, comunidad académica y estudiantil del SENA; lideresas, líderes, autoridades étnicas; presidentes, integrantes de las asociaciones, corporaciones y fundaciones presentes; medios de comunicación; y, en general, a toda la ciudadanía que hoy nos acompañan. Indudablemente, el tema agrario es un tema que ha acompañado a la historia de Colombia; para bien y para mal. Es en lo que alguien llamaría la ‘Cuestión Rural’ en donde se ha desarrollado la violencia durante décadas, casi siglos. Hay algo que no se ha hecho bien, indudablemente, en la sociedad colombiana y en su historia: si miramos la composición, la tenencia de la tierra -que es un tema central, olvidado por todos los Gobiernos, prácticamente desde Carlos Lleras Restrepo, que tocó este tema-, la tenencia de la tierra es absolutamente irracional en Colombia.
Al parecer, serán mas de quince millones de hectáreas fértiles, donde deberían cultivarse los campos, están dedicadas a un pastoreo extensivo, prácticamente a nada. Improductivas, en manos de un sector social -que en realidad viene del feudalismo, de la premodernidad-, que no ha sido posible que suelte la tierra, sino que ha sido transformada en algo peor: la ocupación narcotraficante de la tierra. El despojo masivo de campesinos, la violencia casi que ‘incalculada’ de la década de los 90 y principios del Siglo que se ha ‘medio detenido’ -‘medio’ porque todavía continúa en realidad en muchas regiones del país-, gracias a que se ha hablado de paz, a que se han firmado acuerdos… Una vez firmados, desbaratados, casi en los días siguientes.
El primer punto del Acuerdo de Paz con las Farc -que me parece que no ha sido leída bien por la sociedad colombiana, que no lo han informado, que no nos analizan qué significa, lo invisibilizan, lo ocultan- dice que se entregarán tres (3) millones de hectáreas de tierras a campesinas y campesinos. Del total de veinte millones (de hectáreas fértiles, tres) no es mucho; es una séptima parte del cambio de la tenencia de la tierra que debería haber en Colombia. Y que se titularán siete millones de hectáreas, allí, donde actualmente están los campesinos y campesinas. Yo no he entendido por qué la prensa de Colombia no analiza si se está cumpliendo ese punto del Acuerdo de Paz o no. Porque cuando llegué a las oficinas del Palacio de Nariño y me pregunté, bueno: ¿Qué hizo el Gobierno (anterior) para repartir la tierra y cumplir con ese primer punto del Acuerdo? Me encontré con una estadística: solo se entregaron 17.000 hectáreas; de tres millones solo entregaron 17.000.
Por último, el presidente informo que si logran concretar acuerdos con Fedegan el país obtendrá recursos en el presupuesto para comprar la tierra ya, y que todo este Gobierno se dedique los siguientes años a esto, podemos hacer una reforma agraria y podemos poner al campesinado como sujeto de derechos. Esta es la nueva economía del Siglo XXI, que ya no es entregar un azadón, sino entregar la conectividad, la energía limpia.