Ecopetrol, piedra angular de la economía colombiana, enfrenta una crisis sin precedentes, marcando el periodo más alarmante de su historia. Bajo la administración actual, la de Ricardo Roa, se ha visto evaporarse casi la mitad de su valor, representando una pérdida multimillonaria para el Estado colombiano, principal accionista con el 88,5%, seguido por los fondos de pensiones y los inversores privados.
La “política de la miseria” del presidente Gustavo Petro y del presidente de Ecopetrol, de cesar la exploración de nuevos yacimientos de hidrocarburos, ha lanzado a la empresa a una situación financiera crítica. Abandonar la misión fundamental de exploración no solo pone en jaque la sostenibilidad de la Entidad, sino que ha desencadenado un alarmante desabastecimiento de gas del 17% en el país, evidenciando la pérdida de valor frente a la no generación de nuevas reservas.
La postura del gobierno respecto al Fracking y la suspensión de proyectos piloto por presuntas preocupaciones medioambientales, contrasta con la adopción de estas técnicas en lugares como Texas, EE.UU., donde contribuyen significativamente a la producción de petróleo. Esta dicotomía se agudiza al considerar la importación de gas desde Venezuela, planteando cuestionamientos sobre doble moral y posibles negociaciones cuestionables.
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El Fracking en Texas garantiza el 9% de la producción equivalente a 66 mil barriles de crudo día, generando importantes rendimientos para la empresa. Lamentablemente el Gobierno Petro ha logrado silenciar a los empresario del sector frente a esta importante oportunidad que tenemos si avanzamos en la decisión técnica del fracturamiento hidráulico en el país. El mejor ejemplo es vaca muerta en Argentina donde se estabilizó el abastecimiento de los hidrocarburos bajo la toma de decisión de Estado y no del gobierno de turno. La oportunidad que tenemos como Estado frente a la Transición Energética y la Seguridad Energética, debe ser enmarcada a una política de Estado y no de Gobierno, como está ocurriendo en Brasil bajo el mandato de Lula que comprendió perfectamente que no podía renunciar a los hidrocarburos de su país. Esa nunca será la opción!
El impacto negativo de estas políticas se refleja claramente en la caída del 42% en las utilidades del último trimestre de 2023. La reciente asamblea, dominada por políticos y activistas, amenaza la gobernanza corporativa de Ecopetrol, cuyas acciones han sufrido una devaluación marcada tanto en el mercado local como en Wall Street.
Mirando hacia el futuro, Ecopetrol se enfrenta a una encrucijada crítica. Con reservas probadas en declive y una reducción en la capacidad de reemplazo, la estrategia actual parece conducir a Colombia hacia una dependencia energética de regímenes autoritarios, con consecuencias económicas severas para la mayoría de los colombianos. No podemos caer en lo que está viviendo Europa, la dependencia energética de Rusia es el mejor ejemplo de que la dependencia de un Estado con otro es el peor negocio, jugar con la estabilidad energética de 50 millones de colombianos es un acto de irresponsabilidad. Debemos avanzar en construir sobre lo construido, fortalecer la exploración costa afuera, reactivar los Proyectos Pilotos de Investigación Científica y firmar más Contratos de Exploración de Hidrocarburos, esa es la ruta.
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Por último, la gobernanza de Ecopetrol está bajo escrutinio por escándalos que rodean al Presidente de la Empresa, entre otros por la financiación de la campaña de su jefe político, Gustavo Petro, donde Roa fue su gerente. Los colombiano conocemos que actualmente cursa en el Consejo Nacional Electoral un proceso muy avanzado, y que en los últimos días las pruebas han sido contundentes, los 500 millones de Fecode, el pago a vuelos a la empresa SADI y el pago a miles de testigos el día de las elecciones que no fueron informados en cuentas claras.
Es imperativo que continuemos abogando por la sostenibilidad y la autonomía energética de la empresa más vital para nuestro país, en contra de las políticas de decrecimiento favorecidas por ciertos sectores políticos.