Han pasado 16 meses desde que el primer caso de covid-19 se reportó en Colombia, el Plan Nacional de Vacunación continúa a buen ritmo, el tercer pico epidemiológico presenta una curva de descenso, y la reactivación económica progresiva y segura, amparada en el Decreto 580 y la Resolución 777 de 2021, se adelanta en una sociedad que trata de amoldarse a la nueva normalidad.
Al respecto, Nubia Bautista, subdirectora de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud y Protección Social, reconoció que “el bienestar físico y emocional se ha visto afectado por los diversos acontecimientos que ha provocado la pandemia: pérdidas de vidas humanas, eliminación de miles de empleos, dificultades económicas e incertidumbres generalizadas, que son apenas algunos ejemplos de las afectaciones que hoy se manifiestan en la población en general”.
Adicionalmente, la sociedad ha tenido que adaptarse a todos los cambios abruptos en corto tiempo y con ritmo vertiginoso, semana a semana. “Hoy, cuando se empiezan a dar avances en el proceso de inmunización y se comienzan a dar los primeros pasos hacia el regreso gradual a la vida en sociedad, recobrándose así las rutinas habituales, no es conveniente dejar de lado las necesidades que a nivel emocional van surgiendo”, destacó.
La crisis sanitaria ha exacerbado las sensaciones previas a la declaratoria de la emergencia, por lo que se concluye que, directa o indirectamente, toda la sociedad en mayor o menor medida ha sufrido consecuencias psicológicas.
“Alteraciones en el estado de ánimo, inseguridad o sensación de agotamiento, es lo que más se ha podido identificar. Las emociones se han intensificado, pudiendo pasar del miedo al pánico o de la tristeza a la depresión. Situación que, aunque se supere, deja huella en la psiquis de las personas”, explicó Bautista, quien es médica psiquiatra.
Buscar el centro emocional Un mecanismo psicológico que las personas han utilizado durante estos meses y al que le pueden dar continuidad, tiene que ver con la posibilidad de ampararse en el momento presente (aquí y ahora), analizar cada situación experimentada en perspectiva e identificar las herramientas concretas necesarias para resolver cada situación.
Esto implica dar orden por grado de importancia y prioridad, concentrarse en cada hecho particular, y tomar distancia de aquellos pensamientos que pueden generar ansiedad y malestar emocional.
Bautista resaltó que “este mecanismo es útil y válido para cualquier momento de crisis, especialmente cuando las personas se sienten invadidas por la incertidumbre, el miedo y la angustia. Se basa en las necesidades de la persona y usa como herramienta el reconocimiento de las emociones”.
Para ubicarse en ese centro emocional, hay que identificar objetivamente qué amenazas hay a la propia seguridad, qué límites son posibles poner y buscar siempre espacio y tiempo para reubicarse, emocionalmente hablando.