El desconocimiento de enfermedades, sus síntomas, acciones de prevención y grupos de riesgo son cruciales a la hora de intentar evitarlas; pues si bien algunas son más complicadas que otras, todas refieren una dolencia para los pacientes. Este es el caso de las enfermedades reumáticas, que de acuerdo con la Asociación Colombiana de Reumatología (ACR), en Colombia afectan a 1 de cada 4 personas.
Una de ellas es la Osteoartrosis (OA), también conocida como enfermedad articular degenerativa, artrosis o artritis hipertrófica, una enfermedad que genera dolor y rigidez en las articulaciones, principalmente en rodillas, caderas y columna vertebral, debido al desgaste del cartílago generado en las articulaciones.
“Es importante conocer la diferencia entre Artritis y Osteoartrosis, la primera se debe a una respuesta inmunológica del organismo que conlleva a que haya disfunción articular, y la segunda es debido a un desgaste de la articulación, lo que conlleva a aparición de dolor, rigidez, inflamación e hinchazón, enrojecimiento y disminución del líquido sinovial dentro de la articulación afectada”, señaló Juan Tejada, Gerente Médico de Sanofi.
Sin embargo, hoy es claro que la enfermedad reumática más prevalente en Colombia es la OA con 10,81%, afectando a más de 1,3 millones de personas en el país1. “Es vital crear consciencia sobre qué es la osteoartrosis y como poder tratarla, pues en términos de salud pública puede convertirse en una patología de alto impacto, teniendo en cuenta que los costos de las enfermedades reumáticas, en países desarrollados pueden representar entre el 1 y 3% del producto interno bruto.”, agregó Tejada.
Factores de riesgo
Existen muchas afecciones y dolencias que pueden causar la osteoartrosis, como el sobrepeso, lesiones, debilidad muscular, daños en los nervios que suplen las zonas de las articulaciones e incluso, factores hereditarios. A nivel mundial, se estima que 350 millones de personas sufrirán de esta enfermedad en 2025.
Algunos factores como la obesidad, por ejemplo, incrementan el riesgo de OA en la rodilla. Una enfermedad que, por los largos periodos de aislamiento y sedentarismo durante la pandemia podría verse aumentada; de hecho, diversos estudios señalan que el peso corporal durante los años medios y tardíos parece ser el factor de mayor importancia en cuanto al riesgo de que una persona desarrolle OA de la rodilla, durante el periodo de ocho a 12 años antes de que aparezcan los síntomas.
Lo mismo sucede con las personas con debilidad en los músculos superiores del muslo, quienes son más propensas a desarrollar OA de rodilla, en comparación con quienes no padecen de debilidad muscular.
Los más afectados
Otra de las causas asociadas a esta enfermedad son las lesiones. Un historial de lesiones significativas en la rodilla o cadera aumenta el riesgo de que se desarrolle OA en dichas articulaciones, como es el caso de los jugadores de fútbol y aquellos que deben subir y bajar constantemente gradas en sus áreas de trabajo.
Además, los profesionales que cuidan de otros pacientes como los enfermeros y los asistentes ocupacionales tienen mayor incidencia de padecer la enfermedad, ya que necesitan levantar a los pacientes, cambiarlos de una cama a otra, ayudarles con el aseo y asistirlos para moverse. Estos profesionales sanitarios se ven obligados a cargar con el peso de sus pacientes y esto, a largo plazo, puede acarrear lesiones de rodilla que, si no se tratan, pueden derivar en OA.
La tasa de relación de la presentación de la enfermedad es de 4.8:1 (significa que por cada 4.8 mujeres, un varón presenta la misma). Alrededor del 80% de los enfermos, tienen más de 65 años y se dice que el 50% de los pacientes arriba de estas edades, tendrán evidencias radiográficas de enfermedad osteoarticular, con o sin síntomas.
Sin embargo, esta enfermedad está dejando de ser una enfermedad solo del adulto mayor, ya que la incidencia en pacientes jóvenes (35-44 años), ha aumentado 4 veces desde 1990 a la fecha, sobre todo debido a la obesidad y a las prácticas de deportes de alto impacto (correr, deportes extremos, y actividad física de alto impacto como es el crossfit, entre otros.
Diagnóstico y tratamiento
Para diagnosticar la enfermedad, se requiere de un examen físico basado en el historial clínico del paciente, pero también se pueden utilizar radiografías que ayudan a confirmar el diagnóstico y a determinar la magnitud del daño sufrido por las articulaciones.
En buen programa de tratamiento ayuda a disminuir el dolor y la rigidez de las articulaciones, mejorar el movimiento de éstas y aumentar su capacidad para llevar a cabo actividades cotidianas. Entre las opciones de tratamiento destacan, control del peso mediante dietas, programas de ejercicio estructurado, tipo fortalecimiento y/o entrenamiento Cardio Balanceado o Ejercicios de Mente-Cuerpo, terapia física y ocupacional, medicamentos como analgésicos que ayuden a aliviar el dolor, diversos antinflamatorios y suplementos nutricionales como el colágeno hidrolizado, sobre todo en etapas tempranas de la enfermedad.
Además, existe la técnica de viscosuplementación que consiste en inyectar la articulación de la rodilla con derivados de ácido hialurónico, una sustancia que se encuentra en forma natural en el líquido de las articulaciones y que ayuda a lubricar y amortiguar la misma8. Finalmente, la cirugía podría ser útil si existen grandes daños en las articulaciones, dolor persistente en las mismas y discapacidad debido a la limitación del movimiento articular.