En las profundidades de la selva colombiana, un ritual de despedida revela la cruda realidad de la vida en medio del conflicto entre las FARC y el ELN. Un video que circula en redes sociales muestra el adiós a un guerrillero caído en combate, un sombrío testimonio de la violencia que persiste en la región.

El militante, víctima de los enfrentamientos en Silvia, Cauca, es honrado por sus compañeros al son de la guerra que los envuelve. En un austero acto fúnebre, el ataúd café sencillo mientras una compañera carga un adornado ramo de flores, contrastado con la crudeza de la despedida. Entre disparos al aire, el campo colombiano se llena de ecos de balas, marcando la partida del guerrillero hacia la eternidad.

 

El video, sin censura, expone el desgarrador espectáculo ante la presencia de civiles y niños, quienes, sin elección, son testigos de esta ceremonia funeraria atípica. La violencia desatada en estos momentos deja en evidencia la complejidad de la guerra, donde la pérdida de unos se convierte en un conflicto sin sentido, mientras otros son víctimas de luchas internas y colaterales.

Las personas quedan allí sumergidas en el dilema de la muerte en medio de un escabroso monte, lleno de frío ,crudeza y hostigamientos por parte de sus enemigos y de cualquier peligro que habitan en las distantes montañas donde residen estos militantes de las FARC.

Asimismo las despedidas, ya sean urbanas o rurales, adquieren matices intrigantes en medio de este escenario. La realidad de una guerra con ideales desenfocados y una violencia arraigada se manifiesta en cada bala que resuena en el funeral del guerrillero. El relato se vuelve aún más enigmático en una era donde ninguna información parece escapar, pero comprender la complejidad de estas despedidas se convierte en una tarea esencial.

En el trasfondo de este sombrío evento, se revela la autenticidad de un funeral guerrillero, donde las balas y los disparos son el lúgubre cántico de despedida. El militante se une a la larga lista de aquellos que han perdido la vida en esta batalla sin sentido, alimentando la violencia que persiste en la región y en el país.

 

Por: Sara Pardo Del Río