El sacerdote diocesano Víctor Hugo Gaviria Molina, conocido como el padre Torvic, está acostumbrado a usar las manos para persignarse y bendecir a los feligreses que asisten a su parroquia en Tuluá; pero en la pista de baile las piernas se entrecruzan al compás del punta talón, paso básico de la salsa caleña.
Para consagrarse en el arte del baile llegó hasta el Festival Mundial de Salsa en su versión XVIII y frente a más de 5.000 personas ejecutó una coreografía musicalizada al sonido del Todo Poderoso, canción que se hizo célebre en la voz de Héctor Lavoe.
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“Desde muy niño me ha gustado el baile, de manera muy empírica. No quería ser sacerdote, quería ser ingeniero agrónomo, pero en el camino tuve el llamado de Dios y aquí estoy. Sin embargo la sotana no es un impedimento para bailar”, asegura.
Pero la tarea no está cumplida con su primera presentación en el máximo escenario de la salsa en el mundo. Su mayor anhelo es lograr que, tras su muerte, la iglesia Católica inice el proceso de canonización para convertirse en el santo patrón de los bailarines.
El Padre Torvic y su sueño de ser el santo de todos los bailarines
“Yo soy un convencido de la trascendencia que hay después de la muerte. Yo quiero convertirme, con el poder Dios en el patrono de los bailarines porque no tenemos un Santo a quien encomendarnos. Se cree que San Pascual Bailón, pero resulta que es el patrono de las obras sociales. Quiero ser ese Santo al que los bailarines le pidan para que interceda ante Dios”.
Torvic, estribillo que nace invertir su primer nombe (Víctor), es un entusiasta de la actividad física y de los retos. Su personalidad y reflexiones ya son conocidas por los colombianos gracias a su participación en uno de los reality show de la televisión nacional.
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“Perfilarme como bailarín es un anhelo. No sabía que había la categoría de bailadores y la de bailarines, aspiro a convertirme en profesional. Estoy entrenando y perfeccionando mi baile en una academia de baile de Tuluá”.
Entre bendiciones, aplausos y repesentaciones que evocan el llamado a Dios, el padre ‘Torvic’, deleitó a los asistentes al festival.
“Se trata de conjugar lo humano con la espiritualidad. El hecho que yo baile no me quita el sacerdocio. Sigo ejerciendo mi vocación, me apasiona”.